De desigualdad, energía y crisis climática

¿Podríamos asegurar unos estándares de vida dignos para todos los seres humanos reduciendo nuestro consumo energético para no incinerar el planeta? Sí, pero no con nuestra sociedad actual.

Shine McShine
5 min readOct 31, 2022

Hace ya medio siglo que la doctrina neoliberal está instalada en nuestro día a día. Medio siglo en el que la desigualdad ha ido aumentando y creando una élite de super-ricos que cada vez se apoderan de mayor parte del pastel.

Para los defensores del neoliberalismo, sin embargo, esta desigualdad no solo no es algo malo, sino que es natural y positiva. Natural, porque para ellos la sociedad humana debe ser una sociedad de clases, de élites y muchedumbres, de gobernantes y gobernados. Positiva, porque la desigualdad supondría un incentivo para que los de abajo se esforzasen más por llegar arriba.

Uno de los mantras de esta gente es que el problema no es la desigualdad, sino la pobreza. Sin embargo, la evidencia empírica nos dice que es precisamente la desigualdad el principal factor de la persistencia de la pobreza, tanto a nivel relativo como absoluto.

Otro de los grandes problemas es la percepción de la desigualdad; lo desigual que la gente cree que es la sociedad y lo que realmente es están tremendamente desacopladas. Es como el día y la noche.

Esta desigualdad se refleja también en las emisiones de gases de efecto invernadero que están incinerando el planeta. En los últimos 30 años el 1% más rico ha sido responsable del 21% del aumento de las emisiones (Chancel & Piketty, 2022).

Chancel & Piketty, 2022

Los apologistas del libre mercado aseguran que el capitalismo puede acabar con la pobreza pese a los obscenos niveles de desigualdad, que todos pueden no solo tener sus necesidades cubiertas sino incluso prosperar. Pero lo cierto es que para que todos los humanos se situasen por encima del umbral de $5/dia el tamaño de la economía global, con el actual nivel de desigualdad, tendría que ser 173 veces superior al que es hoy (Woodward, 2015). Algo físicamente imposible.

Sabiendo esto, ¿podríamos asegurar unos estándares de vida dignos para todos los seres humanos del planeta sin incrementar las emisiones por encima del umbral de los 1,5ºC respecto a niveles preindustriales? El problema, lo habréis adivinado, es la desigualdad.

En un artículo publicado en agosto en Nature Communicatios, Millward-Hopkins (2022) modela una serie de escenarios para cuantificar el gasto energético de proporcionar a todo el mundo no solo condiciones que les permitan subsistir, sino prosperar:

Para este fin, el autor analiza varios escenarios; el primero es un mundo sin desigualdad (excepto aquellas desigualdades derivadas de las condiciones materiales, p.e. en los países más fríos habría más gasto en calefacción, etc.). El segundo escenario es el de “fair inequality” o desigualdad “justa”, modelado según la opinión popular de lo que debería ser una distribución justa de la riqueza. El tercero es “alta desigualdad”. En este escenario todos tienen los estándares de vida cubiertos pero el nivel de desigualdad es el percibido actualmente (recordemos, muy alejado del nivel real actual). El último escenario es el de “super-ricos”; se trataría de tomar el escenario de desigualdad “justa” pero añadiéndole una élite de 1% de super-ricos con los niveles de consumo energético actuales de este grupo. El autor también añade variables poblacionales (8.500 millones de personas y 10.000 millones para 2050) y tecnológicas (usando la tecnología actual y la tecnología que se presume podría estar disponible en un futuro a corto-medio plazo).

Los resultados son impactantes; en el escenario sin desigualdad todos los seres humanos tendrían asegurados unos estándares de vida dignos utilizando solo el 30% de la energía que se consume en la actualidad.

Millward-Hopkins (2022)

Incluso aumentando la población a 10.000 millones se podría conseguir el objetivo gastando menos de la mitad de energía de la que se consume en la actualidad.

Pero cuando se añade la desigualdad, la cosa cambia radicalmente; aún en el modelo de desigualdad “justa”, el gasto energético se incrementa un 40% respecto al primer escenario. En el caso de alta desigualdad el incremento es del 115%. Combinado con los escenarios de alta población y tecnología actual, se rebasa el límite de 1,5ºC.

(inciso para recordar que el escenario de alta desigualdad sigue siendo muy inferior a los niveles de desigualdad actuales)

Pero nos queda un escenario. El de los “super-ricos”. ¿Qué ocurre cuando al modelo de desigualdad “justa” se le añade una élite de 1% de ricos con los niveles de emisiones actuales? Que el consumo energético se dipara.

La conclusión es contundente: el 1% de los más ricos consume el equivalente a asegurar unos estándares de vida dignos para 1.700 millones de personas. Sí, habéis leído bien, 1.700 millones.

Que todos los seres humanos puedan prosperar sin incinerar el planeta en el proceso no es algo imposible. Lo que sí es imposible es hacerlo en el actual sistema de producción capitalista que crea niveles de desigualdad incompatibles con el desarrollo de la vida humana. Por tanto, si queremos sobrevivir como especie sin renunciar a que todo el mundo tenga una vida digna solo hay un camino a seguir.

El sistema está roto, hay que buscar uno nuevo.

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